Nota por Astilla Dominguez
“Ride the Lightning” -editado el 27 de julio de 1984- es más que el segundo disco de estudio de Metallica: es un manifiesto inconformista, es la evolución de un género y es la plataforma en la cual Hetfield y Ulrich cimentaron su carrera.
En 1983, Metallica había debutado con su primer larga duración , una placa influenciada por la escena de Inglaterra, donde convivían el Rock desenfrenado de Motörhead, la velocidad de Venom, el desparpajo Punk de Discharge y GBH y los riffs de la incipiente New Wave of British Heavy Metal con Diamond Head a la cabeza. El disco se tituló “Kill ‘em All” y fue el puntapié inicial a un sub-género -el Thrash Metal- que durante la segunda mitad de los ochentas se transformaría en el estilo favorito del Heavy promedio
Las condiciones que rodearon a aquella legendaria placa distaron de ser óptimas: el disco ya estaba compuesto en su totalidad cuando ingresaron el guitarrista Kirk Hammett y el bajista Cliff Burton (el primero reemplazando a Dave Mustaine, el segundo a Ron McGovney), de allí su nulidad compositiva, con la clara excepción de “Anesthesia (Pulling Teeth)”, el demoledor solo de Cliff que inmortalizó. Por otra parte, las condiciones propias chicos de 19 años de edad se traslucieron en letras aferradas al concepto Metal vs. El mundo, tales como “Hit the Lights” y “Metal Militia”. No es casualidad que el título tentativo del disco fuera “Metal por el orto”.
En ese sentido, “Ride the Lightning” fue una evolución soberbia, digna de los grandes. La agresión, la ingenuidad y la crudeza de “Kill ‘Em All” fueron reemplazadas por una evolución musical abismal evidenciada en su dinamismo y una lírica más profunda. No hay modo de restarle importancia al aporte compositivo de Burton y Hammett, presentes respectivamente en seis y cuatro créditos de las ocho canciones que conformaron el tracklist final.
“Ride the Lightning” comenzó a escribirse a fines de 1983, una vez finalizado el tour “Kill ‘Em All For One” junto a Raven. Para febrero de 1984 ya tenían compuesta la totalidad del material, que bajo sugerencia de Lars Ulrich se grabó en menos tres semanas en los estudios Sweet Silence de Copenhague, Dinamarca, su país natal, lo que marcó el primer paso de la alianza junto al productor Flemming Rasmussen, una unión que finalizó tras “… And Justice for All”.
Desde «Fight Fire With Fire” y su mismísima introducción, con el arpegio de la guitarra de doce cuerdas, hasta el final con el instrumental “The Call of Ktulu” (última oportunidad en que utilizaron una composición de Mustaine, reutilizada por el Colorado en “Hangar 18”) el álbum hace añicos al término Thrash Metal, que salvo por contados riffs (“Fight Fire With Fire”, “Ride the Lightning”) redefine la personalidad de una banda que con tan sólo tres años de vida estaba escribiendo su nombre con letras doradas.
Burton trajo consigo una introducción de bajo con wah-wah que había compuesto en sus días previos a Metallica. Como bien está explicado en To Live is To Die, en esa época Cliff tocaba con Mike Bordin en batería y Jim Martin en guitarra, dos futuros integrantes de Faith No More. Aquella intro de bajo terminó convirtiéndose en la canción que lleva por nombre “For Whom the Bell Tolls” -basada en la novela de Ernest Hemingway del mismo título- y se convirtió en una pieza clave en la armadura de Metallica, tanto que fue seleccionada como single promocional. En ella, James Hetfield denota un crecimiento insólito tanto como instrumentista (su mano derecha marca el rimo del disco) como cantante, cristalizado en “Fade to Black”, una balada digna de la escudería Metallica, arpegiada, oscura, introspectiva, con un gran armonización a cargo de Hammett y un final machado a toda tromba.
Kirk también trajo consigo una vieja composición suya (durante su periplo en Exodus) y la sumaron a “Creeping Death”, transformándolo en uno de los temas definitivos de la historia de la música pesada. Hasta el tema más intrascendente (¿“Escape”?) es una obra de arte. ¿Y Lars? Por aquella época, el enano de la bincha cagaba a palos a la batería, supliendo con fuerza su nula formación musical, lo que sin dudas definió el sonido del cuarteto.
Muchas bandas deambulan por la vida sin lograr su identidad. Cuando todavía no habían cumplido sus 21, los chicos de Metallica ya podían sonreír por haber superado satisfactoriamente desafíos autoimpuestos, dejando de lado prejuicios y etiquetas. En 1984, Metallica se mostraba al mundo como un conjunto repleto de ideas, como un motor en combustión, como una verdadera revolución underground. Y eso que lo mejor estaba por venir…
La pregunta es…
¿Cual es HOY tu tema favorito de «Ride the Lightning»?
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Nosotros te contamos cual es el favorito de «Ride» que escucharíamos ahora mismo…
- Astilla elige…
- Hugo García elige…
- Juan Pablo Andrusco elige…
- Juan Valverde elige…
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