O’Connor en Roxy Live

30 de Marzo en Ciudad de Buenos Aires

Crónica por José Navarro
Todas las fotos por Martín Darksoul

Se abren las cortinas del Roxy Live y, de la nada, las fuerzas de la banda y su público se unen en una comunión perfecta y redonda. Suena “Quien pudiera” y los lógicos primeros embates corporales y auditivos se acomodan. Se forman esas fuerzas que hacen de noches como éstas algo especial.

Sí. O´Connor en escena otra vez. En su medio natural, con un recorrido ya a estas alturas legendario, y en gran forma. La banda suena unida, y sólida. No hay baches entre tema y tema. Saben lo que hacen y lo hacen bien. Sin demagogia, con solidez.

Con solo una pantalla que proyectaba el característico logo de la banda con su nombre, Claudio O´Connor sube al escenario con remera firmada por Andy Warhol, y sus movimientos característicos, dando la real sensación de que está gozando con lo que hace. Quizás sabe que el público que lo sigue -parte integral del show- le es incondicional. El setlist es variado, y muy bien elegido. Se suceden “Espejimos del eden”, “Pagando por tu actitud”, “La maldad”, “No te aflijas” y todo parece estar en perfecta sincronización. Carlos Kuadrado -sí, el mismo que comparte con Claudio escenario en Malón- sobresale en la banda por su solidez y dominio indiscutible del instrumento. Junto al baterista Pablo Naydón se convierten en el motor que mueve la maquinaria poderosa sobre la que Lisardo Álvarez se lucirá con sus punteos. El ex guitarrista de Totus Toss y D-Mente, que además ya tocó junto a Oconnor en un par de shows en 2008, es el violero elegido por Claudio en esta nueva etapa.

¿El público? Un párrafo aparte. Invitados especiales a un sermón áspero pero tierno a la vez, saben que los encuentros cercanos con deidades son frecuentes pero decisivos. Saben las canciones, corean los temas, se ponen en la situación, como peones sirviendo a la causa. Una especie de respeto bullicioso hace que todo se termine de configurar para que todo salga bien, para que una vez más todos crean en que en este espacio/tiempo, todo es posible.

“Salí a buscar” con su lírica “Este es mi corazón, esta es mi vida” refleja casi a la perfección lo que sucede. Y la sucesión de canciones sigue: “1976”,”Rio extraño”, “Caníbal” suenan con urgencia y adelantan el final con “Se extraña araña”, tema del debut de 1999. El final es el casi esperado por todos -“Memoria de siglos” de Hermética- exorcizando demonios que a esta altura ya son solo compañeros de ruta y de viajes.

Lo de Oconnor en el Roxy fue un show esperado y con una alta dosis de entrega que termina de definir lo que ya todos sabemos: Estuvo, está y estará siempre presente ese espíritu que todos conocen y nadie sabe definir. A veces es mejor que sea así. Brindemos por más.

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